JUSTICIA
Querida justicia,
Hoy me gustaría escribirte porque no te siento cerca. Soy mujer, tengo 23 años y fui abusada sexualmente cuando tenía de 1 a 3 años.
Durante gran parte de mi vida sentí vergüenza y culpa. Una vergüenza que me impedía contar a mi familia lo que pasaba. Me sentía cómplice de aquel acto tan ruin, miserable y perverso. Tuve que fingir que todo iba bien.
En casa, teníamos una situación muy problemática. Padre y hermano alcohólicos, peleas, gritos, falta de amor... así que nunca vi el momento de contar algo así, porque no quería ser una ''cochina'' o empeorar las cosas en casa. Fui abusada sexualmente por la que fue pareja de mi hermana entonces y durante tres años de vida que estuvo en nuestra familia.
Yo me enteré muy pequeña de que había sido abusada sexualmente, por las noticias que en aquel momento salieron en la televisión que hacían referencia a estos actos y cómo detectarlos, en ellas contaban que todo era un juego, palabras que en ese momento retumbaron en mi cabeza y, se hicieron persona, se convirtieron en él. Pero guardé silencio.
Empecé a orinarme en la cama, a mostrar agresividad hacia el hijo biológico de mi hermana y de este ser y mi familia decidió llevarme a un psicólogo.
En el psicólogo, no detectaron mi verdadero problema y lo atribuyeron a la situación existente en mi hogar y la separación de mis padres.
Yo seguía sintiendo vergüenza y miedo a ser reprochada por mi familia.
Un día con 14 años y tras haber tenido relaciones sentimentales muy problemáticas y un intento de suicidio, decidí hablar. Reuní a mi hermana y a mi madre para contarles lo ocurrido. Fue un duro golpe. Lloramos, nos abrazamos y yo, estaba dispuesta a denunciar.
Para entonces yo acudía a la psicóloga a la que me derivaron desde el centro de salud, así que acudí acompañada de mi hermana decidida a contar los hechos.
Desde psicología me ''recomendaron'' que mejor no denunciara, que podía meter en problemas a mi hermana por el hijo que mantenían en común (hijo que ni siquiera tenía sus apellidos); o lo que es lo mismo: me obligaron sutilmente a callarme la boca.
Esta fue la primera vez que me abandonaste, querida justicia.
Siempre escuchamos que tenemos que ser valientes, que hay que denunciar. Pues llegado el momento me dejaste tirada y tuve que seguir con mi vida guardando silencio. No me costó mucho, pues ya estaba acostumbrada.
Intenté seguir con mi vida, teniendo parejas y fingiendo que nada me afectaba. Era mentira. Con 20 años decidí volver a sexología y, desde allí, me animaron a denunciar. Una vez mas justicia, te sentí cerca. Pude sentir que esta vez estabas ahí, que me acompañabas en el proceso.
Una vez más me engañaste. Hablé y conté mi historia a abogadas, psicólogas y todas llegaron a las mismas y duras palabras: "Han pasado muchos años y el caso ha prescrito".
No puedo creerlo. Sigo sin haber ido a testificar ante el juez. Nadie me ha dejado contar mi historia y a nadie le importa. Y como yo, sé que muchas se encuentran en la misma situación. El caso no es mediático, no es urgente, pero no por eso duele menos. Yo sigo necesitando ayuda, voy a un psicólogo de pago sin poder permitírmelo por un delito que yo no cometí.
Así que decido contar mi historia porque no voy a seguir siendo cómplice de algo tan perverso, porque aunque tú, justicia, ahora estás ocupada en otros casos, sé que me escucharás, que la sociedad va a escucharme y va a reclamar tu presencia.
Justicia, sé que existes, sé que te encuentras en algún lugar, no he dejado de creer en ti. Sé que no vas a dejar que esa persona siga haciendo daño, sé que harás algo y espero que sea pronto.
Mi daño ya esta hecho, pero no ha prescrito. Mi historia es real y el daño no ha pasado y, como la mía, la de muchas más, que guardan silencio, que sienten vergüenza.
Los abusos sexuales infantiles se esconden, se callan, se reprimen y todos y todas nos volvemos cómplices de ello: las víctimas, las familias, el sistema e incluso tú, justicia, te pones de su lado cuando, nosotras, te necesitamos en el nuestro.
Te necesitamos aquí, cerca, dándonos la fuerza y valentía que nos ha faltado durante tantos años para hablar. Necesitamos que estés de nuestro lado, que los casos de abusos sexuales infantiles no prescriban porque, querida justicia, me he sentido obligada a callar durante muchísimo tiempo y, cuando decidí hablar, me dices que ya es tarde y me abandonas tú y el sistema.
Espero que en algún momento de mi vida justicia, aparezcas y esta vez me demuestres que existes y, que este sistema, es digno de tu presencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario